EDUCACIÓN: ¿PRIVILEGIO, DERECHO O NEGOCIO?
Autor del artículo educativo:
TEMES
SERRANO, Daniel Alejandro (2010). "Proyecto de Difusión Pedagógica e
Inclusión Digital". Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias-España)
[registrado]
Debemos
asumir un profundo y terrible cambio en el seno de las universidades y no es
otro hecho que el visible deterioro de la forma de vivir, transmitir y
disfrutar el conocimiento en todo su esplendor.
Antes, dicho
menester era considerado como un placer, fruto de un esfuerzo cotidiano y
compartido y de una sana inquietud por descubrir y progresar. Docentes y
discentes competían en la gran piscina de la vida para deleitarse con el mero
hecho de mejorar sus marcas (no de conseguir el premio a cualquier precio).
La salida
hacia la meta (cuyo objetivo era el aprendizaje) era el inicio vital y
solamente con la muerte expiraba el plazo formativo (y ni aún así, porque había
testigos interesados en relevar y dar continuidad al conocimiento). Nadie
concebía la gratificación directa, el individualismo y el “pique insano” del
que somos espectadores en estos días alocados.
Somos
testigos perplejos de una decadencia progresiva que aliena a los individuos,
pero éstos se escudan en su presunta fragilidad e impotencia para
defenderse de un sistema neoliberal que contamina sus estilos de vida. Abomino
este tipo de excusas, porque ahora contamos con el beneplácito de mil y un
recursos de los que antaño sólo aparecían en las novelas de Don Julio Verne.
Aunque esté
de acuerdo con la idea de que “a nuevos tiempos nuevos males”, no debemos
perder de vista la idea de que el conformismo se apodera de nuestro modus vivendi. Ya
no se inventa y genera conocimiento con tanta fuerza como antes. Ahora se toman
ideas prestadas o más bien robadas, se maquillan un poco las cosas, “se le
cambia el collar al perro”, como pasa con nuestras “queridas reformas
educativas” etc. Además no parecen existir mecanismos adecuados para castigar o
censurar la mala
praxis, por lo que el que delinque sólo va a percibir el triunfo y lo peor
es que esa conducta se reproduce y multiplica mediante eso sí, un aprendizaje
vicario.
Los cambios
precisan de sangre caliente, espíritu revolucionario, fe, valor, coraje, lucha
diaria etc. Pero por el contrario, sólo se percibe en la universidad
resignación, “cortar y pegar”, aprobados de vomitar el conocimiento y olvidar,
muchos “zombies”
por los pasillos que temen o más bien odian comunicarse. La universidad es otra
cosa bien diferente, pero al parecer sólo unos pocos lo saben y no quieren o no
pueden contagiar a la muchedumbre.
Se nos enseña
una paradoja constante: hay que ser crítico, hay que luchar, debemos ser
creativos, debemos participar. Luego se nos pone una sutil mordaza y se nos
hace pasar por el mismo aro por el que pasan ellos (los propios maestros): los
créditos que hay que cumplir, la temporalización cuadriculada (solapamiento de
horarios), las estupideces burocráticas, los contenidos absurdos y las
manualidades trasnochadas para contentar absurdas premisas de proyectos piloto
y en fin, todo menos lo que debiera ser.
Ahora, y sólo
ahora, con el paso del tiempo, se entiende la frase de Don Enrique Belenguer: “La
Pedagogía ha muerto”. Es tan cierta como aterradora y
consterna y molesta al que poco entiende del tema. Es como La
Sociología para Bourdieu: “una ciencia que incomoda”. Por
ello, a Don Enrique se le tachará de un nuevo Nietzsche, porque no sonríe ni
abraza modas ni imposiciones; o se le llamará revolucionario por no querer
disfrazar la evidente realidad; se le etiquetará como un vestigio de lo pasado
y arcaico. A mi parecer, no es más que un gran visionario incomprendido que en
el fondo tiene toda la razón.
Ser
reaccionario no es, por lo menos para mí, sinónimo de locura. Si fuera así,
¡Viva la locura!, porque no merece la pena estar cuerdo en un mundo de gente
dócil, sumisa y domesticada, que vive pegada a su bendita ignorancia, en su
cómodo sillón y que no ve más allá de su vanidad. Sólo los salmones nadan
contracorriente sin importarles los peligros que acechan en su camino; el
resto, pulula por el mundo en un triste nonsense.
La globalidad
de este castillo de naipes se desmorona cuando uno se da cuenta de que la
sociedad, está contagiada por el mercado, que a su vez es un burdel del
capitalismo y el consumismo. Si concebimos que la universidad se tenga
que adaptar al mercado y los estudiantes a la universidad, no nos quejemos de
los resultados finales. ¡Qué participación democrática existe cuando sólo
unos pocos están obligados a la rendición de cuentas y el poder y la influencia
de la política impregna con su hedor el día a día lectivo!
Todo es marketing,
calidad de educación y comparaciones absurdas tipo PISA .Para el que no lo
sepa, éstas últimas siglas se corresponden con la de un informe internacional
para la evaluación de estudiantes basado en el análisis del rendimiento de los
mismos a partir (en mi humilde opinión) de absurdas pruebas estandarizadas. Y
digo absurdas, porque no cuentan con las variables idiosincrásicas de cada
contexto y a última instancia se basan en baremos de calidad distintos. Sin
querer ahondar más en dicha cuestión, decir que la universidad precisa de un quid procuo constante
y lo que realmente pasa es un sálvese quién pueda. ¡Así no podemos hacer nada!
“Lo
divertido”, “lo que se lleva”, es quejarse sin buscar soluciones, vivir la vida
de los demás triunfadores. Así, los consumidores compulsivos de los medios de
comunicación están narcotizados por culpa de las telenovelas, Realty shows o
partidos de fútbol de las estrellas, de multimillonarias primas.
Los
contenidos viciados y contradictorios, ofensivos o/y sexistas que alimentan a
nuestras nuevas generaciones, son vertidos indiscriminadamente hacia unas
mentes cada vez menos preparadas para defenderse. Se filtran como la polución
en los ríos y como la falta de asistencia en las facultades o como el
desinterés por informarse como es debido en los demás niveles institucionales o
vitales.
La educación
antes era un privilegio, luego se ha constituido como un derecho, para terminar
por necesariamente ser rentable. Su función se ha desvirtuado por completo y
tanto La Pedagogía como las universidades, acabarán por perder su verdadera
identidad. Y me pregunto ¿Cuándo se perdió el rumbo? ¿Cuándo dejó de importar
adquirir una formación integral para la vida? ¿Cuándo el mercado sometió a la
universidad y por qué ésta sucumbió a los encantos del capital? ¿De qué nos ha
servido la historia si en lugar de buscar la prosperidad babilónica atajamos el
camino hacia Sodoma y Gomorra?
Autor del artículo educativo:
TEMES
SERRANO, Daniel Alejandro (2010). "Proyecto de Difusión Pedagógica e
Inclusión Digital". Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias-España)
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RESPUESTA SOCIAL TENERIFE - TEMES RST
(Daniel Temes)
Red Pedagógica
y Empresarial de Canarias | Datos junio 2019
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